martes, 5 de enero de 2016

Laicismo o barbarie en Oriente Próximo

La reciente decapitación de 47 presos políticos acusados de "terrorismo" en Arabia Saudí, que si no ha pasado desapercibida ha sido porque entre ellos se encontraba un protegido de la otra gran teocracia de Oriente Próximo, ha puesto al descubierto la verdadera naturaleza de los aliados de "Occidente" en dicha región del Mundo.



Si juzgamos a las políticas por sus resultados y no por sus objetivos declarados, no cabe duda de que el verdadero resultado de la política de "Occidente" en Oriente Próximo no ha sido otro que propiciar la sustitución de regímenes laicos por regímenes teocráticos, si bien este resultado ha venido enmascarado por el objetivo declarado de promover la democracia frente a la dictadura.

Es cierto que Najibulá en Afganistán, Sadam Hussein en Irak, Bachar al Asad en Siria, Gadaffi en Libia, etc... eran dictadores, pero no es menos cierto que encarnaban regímenes laicos en los que se respetaba la libertad religiosa, se respetaban y promovían los derechos de la mujer como nunca se habían respetado en esa región del Mundo, se promovían la educación y la cultura y, sobre todo, se garantizaba a la mayoría de sus habitantes un nivel de vida digno. Tareas todas ellas en las que han fracasado los regímenes que los han sustituido o están en trance de hacerlo gracias, entre otras cosas, a la intervención de "Occidente".

En muchos casos, además, los regímenes que los han sustituido han sido teocracias fanáticas (como ocurrió tras la primera guerra de Afganistán) que hubo luego que combatir. En otros casos, los regímenes que los sustituyeron han de enfrentarse a la amenaza de enemigos poderosos como el ISIS, que tratan de imponer teocracias no menos fanáticas y enemigas de los derechos humanos, especialmente de los derechos del 50% femenino de la humanidad.

Y si hace unos años las grandes potencias en Oriente Próximo eran regímenes laicos (Egipto, Irán, Irak, Siria...), ahora son teocracias como Arabia Saudí o el Irán de los Ayatolas.

Empeñarse en no reconocer que el laicismo es una precondición de la democracia, para elaborar un discurso en el que se acaba por apoyar como "luchadores por la libertad" a fanáticos religiosos es un craso error que acaban pagando millones de personas como estamos viendo. Si no es algo peor: cinismo de la peor especie.

Reconozcamos pues que sin laicismo no hay democracia y que, por tanto, hoy por hoy la verdadera alternativa en Oriente Próximo no es entre democracia o dictadura, sino entre laicismo o barbarie.



2 comentarios:

  1. Estimado Ricardo, gracias por tu acertado resumen. Lo que comentas parece una contradicción sólo porque "democracia" y "libertad" parecen ser prioridades para los llamados países occidentales. Parecen prioridades porque son palabras muy utilizadas por los líderes de estos países y son amplificadas por los medios de comunicación, pero la realidad es otra. La lista de prioridades de los líderes occidentales respecto de oriente próximo y medio son más bien algo como:

    1. Conseguir petróleo y recursos baratos.
    2. Conseguir jugosos contratos de construcción, reconstrucción y armamento.
    3. Dar por c.l. a los rusos.

    Cualquier líder local que asuma estas prioridades tiene las de ganar, no importa si es laico o radical religioso, y recibe como premio un buen trozo de la tarta que resulta de explotar a su propio pueblo. Sadam Hussein o Gadaffi, líderes laicos, tuvieron épocas de buenas relaciones con occidente hasta que se salieron del programa. Claro que los líderes laicos, a menudo, tienen una conciencia algo más favorable hacia su pueblo que los religiosos y esto los hace jugar en desventaja.

    Por tanto, no es que occidente prefiera estados o líderes religiosos en oriente próximo-medio, es sólo un efecto colateral (otro más) derivado de las prioridades de occidente.

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    1. Lo que dices es cierto en cuanto a las intenciones de "Occidente", pero los resultados son los que yo digo: al final del proceso el laicismo acaba siendo sustituido por el fanatismo religioso.

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