domingo, 19 de octubre de 2014

Despilfarro y "austeridad republicana"

En estos momentos en que desde la derecha económica se defiende la "austeridad" - concebida fundamentalmente como recorte de los servicios básicos del Estado - y desde cierta autoproclamada izquierda económica se propugna, como alternativa, la vuelta a un keynesianismo acrítico, que recuerda cada vez mas una vuelta a los "buenos tiempos" del despilfarro en la inversión pública que tanto ha contribuido a la corrupción y a la crisis económica que padecemos, resulta esclarecedor replantearse el papel que en el necesario cambio del modelo de gestión de la cosa pública puede jugar el concepto de "austeridad republicana".


Por lo poco que yo sé, el concepto de "austeridad republicana" tiene su origen en el pensamiento político del padre de la patria Mexicana Benito Juárez y es un concepto de enorme arraigo, incluso hoy en día, en el pensamiento político de México. Tal y como lo formuló Benito Juárez, la "austeridad republicana" no es sino el compromiso ético por parte de los cargos públicos de hacer una gestión austera de los recursos públicos, en función sobre todo de las necesidades de la mayoría social y con renuncia expresa al enriquecimiento personal. El término "republicana" pues, hace mas referencia al respeto por la "res pública" que a una forma de gobierno determinada, aunque es de suponer que los ideales republicanos, antimonárquicos y anticlericales de Juárez pesaron a la hora de acuñar el término.


Nada tiene que ver, por otra parte, dicho concepto con el concepto de austeridad que maneja hoy en día la Troika, que no es otra cosa que hacer del Estado y, mas concretamente, de sus políticas sociales, un rehén de las deudas tanto públicas como privadas contraídas a consecuencia del despilfarro y la corrupción que suelen caracterizar la gestión de los recursos públicos por parte del estado neoliberal.

Por otro lado, con el paso de los años, los mecanismos de corrupción se han ido refinando hasta alcanzar una complejidad y una sutileza desconocida en los tiempos de Juárez. Del abuso de las prebendas que el cargo público conlleva se ha pasado a las "puertas giratorias", pasando por los innumerables mecanismos de "mordida" en la concesión de obras públicas. De manera que el despilfarro en la inversión pública se ha convertido en la parte del león de la corrupción política, lo que exige una redefinición y una adaptación a los tiempos modernos del concepto juarista.

Así que, sin eliminar por ello la necesaria austeridad en los sueldos y retribuciones de los cargos públicos de todo tipo, es preciso colocar la austeridad y el compromiso ético en la gestión y la planificación de la inversión pública en el centro del concepto de "austeridad republicana". Ello es así porque, además de las mordidas ilegales, el propio despilfarro en la inversión pública, incluso en ausencia de contraprestación inmediata, puede tener una remuneración "en diferido" (por hacer uso de un concepto crecientemente popular) mediante prebendas concedidas una vez finalizado el mandato del político en cuestión: el conocido mecanismo de las "puertas giratorias", contra el que es cada vez mas difícil luchar. Por ejemplo, es posible sortear las leyes que impiden la contratación de los ex-ministros como altos cargos de empresas privadas por el simple procedimiento de contratarlos como altos cargos de una filial extranjera, algo que ya ha sucedido en la persona de la ex-ministra de economía Elena Salgado, en la actualidad consejera de Chiléctrica, filial Chilena de ENDESA.

Y este es sólo uno de los mecanismos por los que la corrupción puede ser recompensada de manera totalmente "legal". No es pues cuestión de hacer (solo) leyes anti-corrupción cada vez mas alambicadas, que a menudo solo sirven para que los corruptos ideen fórmulas igualmente alambicadas para esquevarlas. Es mas bien cuestión de compromiso ético por parte de los políticos y de actitud vigilante por parte de los ciudadanos. Y, desde luego, el mejor modo de evitar la corrupción ligada a las inversiones públicas es la austeridad en su gestión: donde no hay nada que morder no es posible la "mordida". 

Por desgracia, no solo los políticos sino la sociedad española en su conjunto es bastante permisiva con el despilfarro en la gestión de la inversión pública, cuando no claramente favorable a él. ¿Cuantas veces hemos visto a políticos locales alardear de haber conseguido fondos públicos para inversiones claramente innecesarias o que se podían haber resuelto de otro modo mas económico con igual o incluso mayor eficacia? Y a la sociedad valorar esto positivamente, no como muestra de despilfarro en la gestión de los fondos públicos, sino de la particular astucia política del político de turno. España es un país que gusta de "disparar con la pólvora del Rey", como si la pólvora del Rey no fuera en realidad la pólvora de todos.

Por poner un ejemplo políticamente incorrecto pero esclarecedor. Pocas inversiones han recibido mas alabanzas en nuestra ciudad (Sevilla) y generado mas envidia en las ciudades vecinas que la Línea 1 del "metro". Una inversión de 650 millones de euros para generar una sola línea de transporte público altamente deficitaria (su mantenimiento tiene un coste anual para la Junta de Andalucía - es decir, para todos los andaluces - de 40 millones de euros, sin el cual el coste del billete se duplicaría) que se podría haber resuelto a un coste mucho menor mediante alternativas de transporte en superficie mucho mas ecológicas y menos costosas. De hecho, con la misma inversión o incluso menor se podría haber construido toda una red de tranvías o BRTs en plataforma reservada, que diera servicio a toda el Área Metropolitana. Pese a su alto coste, el proyecto vigente para el futuro del transporte público de la ciudad sigue siendo construir tes líneas mas de metro, con un coste similar para cada una de ellas.

Con 650 millones de euros se podría, por ejemplo, rescatar de las manos de los bancos alrededor de 10.000 viviendas, para crear un parque municipal de viviendas de alquiler, tan necesario para paliar la crisis de las familias afectadas por las hipotecas, con un coste de mantenimiento mucho menor. Hubiera sido pues una buena muestra de "austeridad republicana" reorientar las inversiones previstas para la red de metro hacia otros objetivos socialmente mas urgentes y necesarios, satisfaciendo las necesidades de transporte público mediante otros proyectos menos costosos e igualmente eficaces. No obstante, pocos consensos hay mas arraigados, no ya entre los políticos, sino entre los propios ciudadanos de a pie que la "urgente necesidad" de abordar cuanto antes la construcción de la red de metro de Sevilla.

Pongo este ejemplo intencionadamente polémico para que se vea cuan lejos estamos todavía de la necesaria austeridad republicana en la gestión de los recursos públicos y, en especial, en la gestión de la inversión pública. Y cuan necesario es introducir  este asunto en el debate político.

Me gustaría que en estos tiempos en los que proliferan los "códigos éticos" para los cargos públicos, se incluyera en dichos códigos este concepto de "austeridad republicana", convenientemente actualizado para tener en cuenta las nuevas formas de la corrupción. En lo que respecta a la inversión pública, el concepto podría definirse como "ser austeros y eficaces en la inversión pública para poder ser generosos en los servicios al ciudadano, como la sanidad, la educación, la atención social... etc.)".




domingo, 28 de septiembre de 2014

Pánico

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, pánico es un "miedo grande o temor muy intenso". El Diccionario de María Moliner precisa un poco mas: "... miedo causado por lo desconocido (por ejemplo por los ruidos de la Naturaleza atribuidos al Dios Pan). Espanto. Pavor. Terror. Miedo grandísimo".

Cualquiera de ambas formulaciones define perfectamente la reacción del Gobierno de España ante la posibilidad de que los catalanes voten acerca de su independencia. Especialmente la definición de Maria Moliner, que hace referencia al miedo a lo desconocido. En este caso lo desconocido son los pensamientos de los catalanes. Ante dicha incertidumbre, el Gobierno tira por la calle de enmedio y prohíbe la consulta, sin reparar que con ello lo único que hace es aplazar el problema y dar argumentos a los independentistas.

El pánico siempre ha sido un mal consejero y esta no es una excepción. Si, como parece inevitable, el Gobierno y su siempre dócil Tribunal Constitucional anulan la consulta, lo mas probable es que nos veamos abocado a unas elecciones anticipadas en Cataluña, en las que los partidos independentistas obtengan una amplia mayoría que, eventualmente, les permitiría incluso declarar la independencia de modo unilateral. O al menos plantear unas negociaciones con el Gobierno Central desde una indudable posición de fuerza.

Sin embargo, pocas veces ha habido menos motivos para el pánico. La historia de todos los referendos de secesión habidos hasta ahora en los países desarrollados (Quebecq, Escocia...) es clara: a la hora de la verdad las poblaciones de todos esos territorios optan por mantener el stau-quo sin arriesgarse a aventuras secesionistas que puedan afectar a su bienestar material.

En el caso de Cataluña, un país con una potente economía industrial que depende en gran medida del mercado español y europeo, la independencia significaría a corto plazo un crisis en toda regla para dicha industria, que se sumaría a la actual crisis a escala europea. A ello habría que sumar la necesidad inmediata de crear una nueva moneda y un sistema financiero independiente y las dificultades para financiarse en un mercado internacional cada vez mas especulativo... Todo ello sin los recursos naturales (petróleo) de que disponía Escocia, por ejemplo, a la hora de planificar su independencia. Por no hablar de los factores internos: el Govern de CiU ha sido y sigue siendo el campeón español y europeo de la corrupción, los recortes y las políticas antisociales.¿Solucionará la independencia este problema o mas bien contribuirá a que las clases dominantes catalanas enmascaren su corrupción y su avaricia tras el "patriotismo" de una Nación recién creada?

Como demócrata estoy a favor de que la gente vote sobre los asuntos que les conciernen y de que su voto sea tenido en cuenta. Pero es que además, como ser racional que soy (y no dudo de que los catalanes lo son también en su inmensa mayoría), estoy seguro de que los argumentos anteriores y muchos otros que surgirían en un debate sereno acabarían inclinando el voto de la mayoría de los catalanes en contra de la independencia, como ya ocurriera en Quebecq y mas recientemente en Escocia. ¿A qué pues tanto pánico?

La razón hay que buscarla, en primer lugar, en la escasa tradición democrática de la derecha española. Cuando desde el PP se criticaba a sus correligionarios del Partido Conservador británico (tan de derechas como ellos en todo lo demás) por su "irresponsabilidad" al permitir el referendum de Escocia, lo que se evidenciaba era la escasa tradición democrática de nuestra derecha. Nuestra derecha está tan acostumbrada a imponerse por la vía de la fuerza y no por la vía de los argumentos que la mera posibilidad de un debate seguido de una votación la aterra. Aunque, como en este caso, la posición anti-secesionista cuente con argumentos de sobra para imponerse en el debate. Aunque los acuerdos que se sustentan en el debate democrático sean los únicos duraderos.

Pero hay todavía razones mas profundas que tienen sus raíces en la prevalencia de las formas de pensamiento religiosas en nuestro país frente a las racionales. En España la política no se hace desde la razón sino desde la fé. Y ya se sabe que las verdades de la fé no cabe votarlas. Para el que cree que España es una realidad inmanente e indivisible (o, en su versión moderna,para el que cree que la soberanía recae en el "Pueblo Español" de manera "indivisible"), España no es un producto del acuerdo razonable de una serie de pueblos a lo largo de su historia, sino un "verdad" incuestionable: una "Unidad de Destino en lo Universal" que dijo el ideólogo del fascismo español. Y sobre eso, claro, no cabe votar y el mero hecho de que se plantee una votación produce pánico. Aunque, como hemos visto, haya argumentos de sobra para seguir manteniendo esa unidad.




martes, 2 de septiembre de 2014

La elección "antidemocrática" de los alcaldes y la increíble pobreza del discurso de la izquierda

La propuesta del PP para la elección "directa" de los alcaldes es una propuesta antidemocrática por partida doble.

Es antidemocrática porque cualquier elección de cualquier órgano público unipersonal solo puede ser democrática si es en un proceso a doble vuelta: si ninguno de los candidatos obtiene la mayoría de los votos en la primera vuelta, se produce una segunda vuelta entre los dos candidatos mas votados. Esta es una ley universal de la democracia, válida tanto para los procesos electorales (elecciones presidenciales de Brasil, Francia...) como para los procesos parlamentarios (elección de Presidente de España, de Presidentes de Comunidades Autónomas...) y hasta para las Comunidades de Vecinos.

Por otro lado, a menos que se cambie la Ley de Régimen Local, un Alcalde que no tenga el apoyo de la mayoría de los concejales sería objeto inmediatamente de una moción de censura (Arts. 22, 33 y 123 de dicha Ley). De modo que la  "elección directa del Alcalde" que propone el PP implica necesariamente, para ser eficaz, conceder a la lista mas votada la mayoría mas uno de los concejales del pleno (algo que el propio PP ha reconocido en mas de una ocasión, aunque se abstiene de publicitarlo). Es decir, que implica no solo la elección antidemocrática de los alcaldes, sino también la elección antidemocrática de los concejales necesarios para garantizar al alcalde el apoyo del Pleno Municipal.

Dicho sea de paso, esta antidemocrática elección de concejales sería necesaria incluso si la elección de alcalde se hiciera en un proceso a dos vueltas. Y lo sería incluso en el caso de que se prohibieran las mociones de censura, pues un pleno municipal, a diferencia un parlamento, no es un órgano puramente legislativo, sino también ejecutivo. Lo que quiere decir que es imposible gobernar sin el apoyo de la mayoría de los concejales del pleno municipal. Habría que cambiar totalmente la Ley de Régimen Local, quitándole al pleno municipal la mayoría de sus atribuciones, traspasándolas directamente al alcalde, para que una elección directa de alcalde (incluso a dos vueltas) fuera eficaz sin introducir cambios antidemocráticos en la elección de los concejales. Y no estoy muy seguro de que este traspaso de competencias del pleno al alcalde sea algo muy democrático, mas bien lo contrario. 

Ante tamaño despropósito ¿Qué argumentos oímos a los máximos responsables de los partidos de la Oposición? Hasta la fecha y con honrosas excepciones, el argumento mas repetido es la "falta de consenso". Hace falta ser torpe para, a estas alturas, invocar el consenso otra vez. ¿No ha sido el "consenso" el que nos ha llevado, en gran parte, a esta situación de corrupción y de aislamiento de la casta política de la población?

¿Por qué la oposición no va al origen del problema y denuncia que la "elección directa de los alcaldes" que propone el PP es en realidad una elección antidemocrática, no solo de los alcaldes sino también de muchos concejales?

Estamos ante un nuevo ejemplo de la pérdida del discurso de la izquierda mayoritaria, que ha ido cediendo parcelas de éste a la derecha sin ni siquiera disputárselas. En este caso, en vez de negar la mayor, desenmascarando el carácter antidemocrático (y, por tanto, contraproducente desde el punto de vista de cualquier "regeneración democrática") de la propuesta, se limita a mendigar "consenso", como si el consenso pudiera justificar una medida antidemocrática.

Y no va mucho mas allá la izquierda minoritaria, que denuncia la propuesta como una medida que "favorece el bipartidismo". No es que no lo favorezca, que desde luego lo favorece, pero da la impresión de que una medida antidemocrática que no favoreciera el bipartidismo le parecería bien a la izquierda minoritaria. Es decir, da de nuevo la impresión de que los políticos se mueven fundamentalmente por sus propios intereses: en este caso la eliminación del bipartidismo, que lógicamente no interesa a los partidos minoritarios.

¡No es cuestión de consenso, ni de bipartidismo, sino de democracia, estúpidos!


lunes, 21 de julio de 2014

¿A quién pèrtenece Gaza?

En estos momentos en que la "Comunidad Internacional" vierte lágrimas de cocodrilo por hectolitros ante el "sufrimiento de la población de Gaza" y ruega por un "alto el fuego", convendría responder antes a la pregunta: ¿Qué administración estatal o interestatal es la responsable de velar por la seguridad y, a ser posible, el bienestar de los gazatíes? O, dicho en román paladino ¿A que estado o comunidad de estados pertenece Gaza? Aunque solo sea para saber a quien hemos de dirigir nuestros ruegos.

Históricamente, la Franja de Gaza era parte del Estado Egipcio, al que le fue arrebatada por el Estado de Israel tras la Guerra de los 6 Días, hace ya unos 50 años. Según esto Gaza sería un territorio egipcio ocupado por Israel, que sería por tanto la administración responsable según el derecho internacional.

Ahora bien, el Estado Egipcio hace tiempo que renunció a dicho territorio en beneficio de un futuro "Estado Palestino", cuya existencia futura garantizaba la citada Comunidad Internacional mediante las oportunas resoluciones de las Naciones Unidas, su máximo órgano de expresión y gobierno. Según esto, dicho Estado Palestino sería la administración responsable

Ahora bien, 50 años después de la ocupación de Gaza por Israel, el Estado Palestino sigue sin existir, o al menos sin ser reconocido como tal por la Comunidad Internacional (si así fuera sería miembro de pleno derecho de las Naciones Unidas, máximo órgano de gobierno de dicha Comunidad Internacional). No cabe duda de que esto complica las cosas.

Tampoco podemos decir que Gaza sea parte del Estado de Israel, pues ni Egipto renunció a ella para que fuera anexionada por Israel, ni el propio Israel ha mostrado nunca el menor interés por dicha anexión. De hecho, llegó a desmantelar los asentamientos judíos en Gaza, en una muestra clara de desinterés por cualquier tipo de anexión, presente o futura, de pleno derecho o de facto. Además, si así fuera, el Estado de Israel estaría bombardeando a su propia población, lo que no tendría sentido.

En estas condiciones y ante la inexistencia del mencionado Estado Palestino, solo caben dos posibilidades: O Gaza es un "protectorado" de Israel, que debe velar por el bienestar de los gazatíes mientras se dan las condiciones para la creación del Estado Palestino y su futura integración en dicho Estado. O Gaza es un protectorado de la propia Comunidad Internacional, que es la responsable por tanto del bienestar de los gazatíes, al menos en tanto la propia Comunidad Internacional no delegue en algún otro estado el ejercicio de dichas funciones (con la aceptación expresa de dicho estado, por supuesto).

En el primer caso, el Estado de Israel estaría faltando de forma clamorosa a su deber, por lo que debería ser duramente sancionado por la Comunidad Internacional.

En el segundo, sería la propia Comunidad Internacional, la que debería hacer frente a su responsabilidad para evitar la masacre, en vez de llorar hipócritas lágrimas de cocodrilo.

Por supuesto que nada de esto va a suceder, pero al menos deberían ahorrarnos el penoso espectáculo de su hipocresía.


lunes, 9 de junio de 2014

¿Fin de la crisis?

Ha bastado que el Banco Central Europeo (BCE) haya anunciado una serie de medidas para que se desate eso que ahora se llama "euforia de los mercados". Las medidas son: reducir dos décimas el tipo de interés de sus préstamos a otros bancos, cobrarles a esos mismos bancos por sus depósitos en el BCE (o ponerle un "interés negativo" a esos depósitos) y anunciar una línea de crédito de 400.000 millones de euros a los bancos a condición de que empleen dicho dinero para prestar a su vez a empresas y familias (es decir, no para depositarlos en el BCE ni para comprar deuda pública, que es lo que venían haciendo).

Teniendo en cuenta que lo primero que hizo Obama al llegar a la presidencia fue pedir a la Reserva Federal de EEUU 800.000 millones de dólares, que le fueron concedidos de inmediato, las medidas del BCE no parecen demasiado drásticas ni novedosas. Y la pregunta que uno se hace es: si era tan sencillo ¿Por qué no se hizo antes?

Retrocedamos en el tiempo para tratar de dar una respuesta. Parece haber un acuerdo entre los especialistas en que el origen de la crisis está en la generación de una gigantesca burbuja inmobiliaria alimentada por otra financiera (los famosos "derivados"), que explotó cuando la confianza en dichos productos financieros se vino abajo. En el caso de España, junto a la burbuja inmobiliaria, hemos vivido una burbuja paralela de infraestructuras, alimentada con dinero público, que ha llenado el país de aeropuertos sin aviones, AVEs sin viajeros, puertos sin barcos, carreteras sin coches y políticos corruptos.

Dicha burbuja inmobiliario - infraestructural hay también cierto consenso entre los especialistas en que ha sido alimentada por los euros "de ida y vuelta" proporcionados por la banca centroeuropea, alemana principalmente. Dichos euros llegaban a centroeuropa como contrapartida de sus exportaciones hacia España y otros pases del Sur, cuyo sistema productivo (especializado en la construcción) era incapaz de competir con los bienes de consumo y de equipo provenientes del centro y el norte de Europa. Dichos euros eran luego prestados a bajo interés a los bancos y gobiernos del Sur y alimentaban la burbuja inmobiliario - infraestructural.

Todo esto es conocido. También lo es que, cuando ambas burbujas estallaron, se inició un proceso cuyo objetivo final no era otro que evitar la quiebra del sistema bancario que la había alimentado, compensándolo de algún modo por las pérdidas provocadas por sus créditos fallidos. Parte esencial de esa proceso fue que la población - a través de sus gobiernos - se convirtió en garante de los préstamos que sus especuladores bancarios habían adquirido con la banca centro-europea. No otra cosa fueron los rescates bancarios, que de todos modos no han sido mas que la "punta del iceberg" de un proceso mucho mas complejo.

Para ello había que convencer a la población de esos países de que eran ellos y no los especuladores que se habían lucrado con las burbujas, los culpables de la situación. De que habían vivido "por encima de sus posibilidades", etc... Para a continuación acometer una terapia de shock económico, basada en los recortes de los servicios mas básicos: sanidad, educación, cultura... que ninguna participación habían tenido en el origen de la crisis. Los partidos políticos tradicionales se prestaron (a veces de un modo vergonzoso) a la gestión de dicha estrategia, aunque a costa de un creciente desprestigio.

El mecanismo para la recapitalización bancaria lo sirvió en bandeja el BCE merced a dos de sus características que lo convirten en la herramienta idónea para ello:

1.- El hecho de que la "lucha contra la inflación" sea su primer y casi único objetivo y
2.- La prohibición, fijada en sus estatutos, de prestar dinero a los gobiernos.

El primer elemento le impedía, en principio, aumentar el dinero en circulación y por tanto la inflación, con lo que los acreedores podían estar seguros de que sus préstamos no se devaluaban. El segundo proporcionaba un eficaz mecanismo por el que los bancos podían obtener beneficios y enjugar sus pérdidas: pedir prestado al BCE al 1% para luego prestar ese mismo dinero a los gobiernos de los países del sur al 6% o más (eso es lo que pasa cuando la "prima de riesgo" está "alta")

Como muchos economistas han denunciado, nada de esto hubiera sucedido si el BCE hubiera sido un banco central de verdad, capaz de hacer lo que hacen todos los bancos centrales del mundo: prestar dinero a sus gobiernos cuando lo necesitan. Pero es que el BCE no es el "Banco Central de Europa" (entre otras cosas porque no existe un verdadero gobierno europeo), sino el banco central de la banca europea. No otra cosa quiere decir su famosa "autonomía".

Pero todo tiene un límite y  ese mecanismo de transferencia de capital de la población hacia la gran banca no se puede mantener indefinidamente sin que la economía entera se desmorone. Por otro lado, alguna vez los banqueros europeos habrían de sentirse satisfechos y con sus pérdidas - consecuencia de sus irresponsables especulaciones - suficientemente bien enjugadas (eso que eufemísticamente se llama "recuperación de la confianza" por parte de "los mercados"). Me da en la nariz de que eso es exactamente lo que está pasando.

Así pues, fin de la recapitalización de la banca (a costa de los ciudadanos) e inicio de una nueva era de expansión económica. Al menos eso es lo que, en la hipótesis mas optimista, parece pensar el BCE. Esa sería la hipótesis mas optimista para explicar su nueva política.

Pero yo sigo viendo un problema, al menos en España. La cerrada defensa de los intereses de la oligarquía financiera que la política de recapitalización bancaria a base de recortes supone, tiene efectos colaterales muy peligrosos. En España esos efectos se están plasmando en la asfixia de los sectores productivos emergentes (las energías renovables, la rehabilitación, la movilidad sostenible, el crowfunding...) mediante una política económica que amenaza con abortarlos antes de nacer. Me da la impresión de que los sectores productivos mas ligados a dicha oligarquía (la construcción de nueva planta, las grandes infraestructuras, las grandes eléctricas, la industria del automóvil ...) están ahí, en estado de hibernación, protegidas por las políticas económicas del gobierno (reforma energética, planes PIVE...), dispuestas a acaparar cualquier atisbo de recuperación económica para reiniciar sus actividades, que fueron las mismas que nos llevaron a la crisis.

Mientras Alemania reorienta su sistema productivo hacia las energías renovables, la movilidad sostenible, etc... Aquí esos sectores económicos emergentes prácticamente se persiguen, incluso con decretos "ad hoc", como el reciente decreto de autoconsumo de energía y otras lindezas que ya he analizado en otras entradas de mi otro blog. En estas condiciones, incluso aunque relanzar la economía y el crédito sean ahora las prioridades del BCE (cosa que dudo de todos modos) ¿No llevarían en nuestro país a la continuación y profundización pura y simple de la actual crisis?

lunes, 2 de junio de 2014

Sobre el ideal republicano

Hay debates cuyo contenido simbólico supera al racional y debates cuyo contenido racional supera al simbólico. Generalmente los segundos pueden conducirse de un modo mas sosegado que los primeros. Y es mas fácil que una persona cambie de opinión en el marco de un debate racional que en marco de un debate simbólico. Generalmente también, los debates racionales versan sobre lo cotidiano, mientras que los simbólicos versan sobre lo trascendente.

En política, además, existe la tendencia a construir debates simbólicos como tapadera de otros debates mas profundos, cotidianos y racionales. Sobre todo cuando estos últimos ponen en cuestión la supervivencia de determinada casta política. Un buen ejemplo lo tenemos en la antigua Yugoslavia: tras la muerte de Tito, en medio de la crisis que azotó a todos los regímenes "comunistas" (las comillas son intencionadas) de Europa del Este, los políticos de la nomenclatura yugoslava mutaron de comunistas en nacionalistas, con el objetivo prioritario de mantenerse en el poder cada uno en su pequeño feudo. Los resultados de tal estrategia son suficientemente conocidos como para que no necesite extenderme sobre ellos.

En Cataluña hemos tenido un reciente ejemplo de tal estrategia. Tras abanderar los recortes en sanidad y educación mas brutales de toda España y ante la explosión de descontento que se puso de manifiesto en la Diada, el President Artur Mas decidió ponerse a la cabeza del nacionalismo catalán. No ha habido marcha atrás en los recortes, que es de suponer siguen creando el mismo sufrimiento que antes. Es mas, el debate sobre los recortes parece haber quedado aplazado ante la urgencia del debate soberanista sobre derecho a decidir de los catalanes. Debate al que el propio Gobierno de España ha contribuido con su cerrazón. De nuevo un debate simbólico que se superpone y oculta a un debate mas profundo, cotidiano y necesario.

Hay en este mecanismo de la política algo de profundamente religioso. En realidad, este mecanismo de transformación de lo cotidiano en los simbólico no lo inventaron los políticos nacionalistas sino los profetas de las religiones monoteistas (si no es aún mas antiguo). Lo que late en el fondo de tal transformación de lo cotidiano en lo simbólico (o de lo inmanente en lo trascendente, que diría Gramsci) es el concepto de Redención. Se trata, en el fondo, de una cuestión de fe: cuando lo simbólico prevalezca (la nación Serbia, o la Croata, o la Catalana...), lo cotidiano se resolverá por si solo, pues el enemigo exterior (el Diablo, los falsos profetas, las falsas religiones...) es la causa de todo mal. Que este milenarismo adopte formas "políticamente correctas" como la Religión Católica o "políticamente incorrectas" como algunas herejías medievales es otra cuestión, pero se trata de milenarismo al fin.

La oportuna abdicación del Monarca de España amenaza con generar otro debate simbólico acerca del régimen, que oculte el creciente descontento de la población acerca de cuestiones mucho mas cotidianas: el derecho a una vivienda digna, el derecho a un trabajo y a un salario digno, la cuestión de como y quien debe pagar la deuda pública y la privada (incluyendo qué parte de ella debe pagarse y que parte cabe calificar de "deuda odiosa"), etc... Todos estos debates ¿Serán reemplazados por el debate acerca de la forma de estado: Monarquía o República?

Espero que no

Soy republicano, en el sentido de que defiendo una ética republicana de la política. Esta ética implica no solo que los cargos públicos deben ser elegidos por el pueblo, sino que además deben rendir cuentas y ser austeros en la gestión de los recursos públicos. Y no sentir apego por el cargo (nada pues de cargos vitalicios, como en la monarquía). Espero que algún día España sea republicana en ese sentido profundo. Pero al mismo tiempo soy consciente de que un mero cambio en la forma del Estado no garantiza eso. Dos de los dictadores mas sanguinarios del mundo (Obiang en Guinea Ecuatorial y Salazar en Portugal) son o fueron Presidentes de la República. La República a la que aspiro no es un acto de redención imposible que cambie de un plumazo aún mas imposible una realidad nada republicana. Es la culminación de un proceso que empieza por lo cotidiano: el derecho a la vivienda, el derecho a un trabajo digno... el derecho a la pereza también.

No nos dejemos embarcar en un debate sobre los símbolos del Estado. Es el peor servicio que le podemos prestar al ideal republicano.